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  • Foto del escritorCristina Garcia Sarasa

IN MEMORIAM

Como de mi casa a mi lugar de trabajo hay 26 km, me da tiempo no solo de admirar un paisaje adehesado espectacular y de todo lo que se me cruza o pasa cerca… meloncillos, zorros, garzas, cernícalos, buitres, cigüeñas, águila diversas y “pajarillos” varios…, sino de pensar.

Y me he acordado de mi primer jefe en Andalucía, que falleció hace unos años de un ataque cardíaco y no tenía ni los 60 años cumplidos.

En su memoria, recordaré el episodio principal que me trajo a estas tierras andaluzas… Por poner en situación, año 1999, yo estaba trabajando como investigadora en el Museo Marítimo del Cantábrico, en Santander, mientras estaba haciendo el trabajo de campo de mi tesis doctoral en el campo de Gibraltar (Cádiz) y formaba parte del grupo de trabajo que estudiaba la migración de cigüeñas por el Estrecho (un INTERREG de la Universidad Complutense de Madrid). Total...cuando no estaba debajo del agua, estaba en carretera o leyendo anillas en vertederos. ¡Muy entretenida!

Y un día, un amigo me llamó porque había un proceso de selección para la realización de un libro de especies de interés pesquero en Andalucía (vertebrados e invertebrados). La verdad, yo estaba muy centrada en lo mío, pero me insistieron tanto que les mandé mi curriculum y me olvidé del tema…

Llegó el mes de julio y, con él, la vorágine de los cursos de migración. Uno de esos días, sonó el móvil mientras “tenía” un bando de cigüeñas en la Sierra de Enmedio (Tarifa). Obviamente no respondí. Hasta que no “dejé el bando” a mis compañeros/as del siguiente observatorio, no me puse en contacto con ese número desconocido. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me emplazaban a una entrevista para un proceso de selección en Sevilla, en la sede de la Empresa pública Desarrollo Agrario y Pesquero de la Junta de Andalucía.

¡Menudo marrón! Si yo llevaba un mes asalvajada, todo el día en el campo, contando cigüeñas, leyendo anillas, formando a alumnos/as y haciéndome cargo de toda la gestión del profesorado del curso. Y sin ropa adecuada… Y con un proyecto de investigación en curso del Ministerio en Santander… Pero me lié la manta a la cabeza y fui. Eso que se llama curiosidad y a la que nunca he podido dar la espalda.

Y allí me presenté y con 6 personas alrededor de una mesa me encontré. Se presentaron, pero no me quedé ni con sus nombres ni con su cargo, porque yo no conocía la Administración y menos la andaluza… Pero quienes allí estaban eran funcionarios de la Consejería de Medio Ambiente, de la Consejería de Agricultura y Pesca (uno del Servicio de Publicaciones) y el que sería mi jefe en la empresa… Todos hombres, por cierto.

Empezamos hablando del medio marino y terminamos hablando de gestión de equipos, actitud en situaciones de riesgo, de la dificultad de trabajar con el sector pesquero (tratamos las posiciones machistas y la mentalidad del sector) y con un horario intempestivo, pasando entre medias ¡por la metodología de conteo de cigüeñas en migración! Kafkiano, pensé. He pasado un rato agradable y es una experiencia más, me dije.

Al día siguiente me llamaron. Todos apostaron por mí, por mi curriculum y por mi disposición, pero según me han contado, mi futuro jefe el que más. Sin conocerme. Luego me dijo que lo tuvo claro desde esa entrevista, no solo por mi aptitud para el puesto, sino por mi actitud.

Al finalizar los dos volúmenes de “Especies de interés pesquero del Litoral de Andalucía” le puse otra vez a prueba, porque me encontré que había cierta discriminación con los trabajadores/as de la empresa pública… La Consejería no permitía que los nombres de los autores/as de la empresa aparecieran en las publicaciones. Yo venía del mundo universitario y de la investigación y eso era impensable. Así que le dije a mi jefe “Esto es una injusticia mayúscula y no voy a consentirlo. Voy a ir hasta el final y entenderé que prescindas de mis servicios”. Y siempre recordaré lo que me dijo “Pues prescindirán también de mí. Me has puesto un espejo y no me gusta lo que veo. Vamos a tratar de convencer, no de enfrentarnos, pero este tema tiene que quedar claro por y para todos. Confías en mí? Pues sígueme...”.

Salimos indemnes los dos de ese “percance” y desde la Dirección General no solo nos dieron la razón, sino que desconocían esa práctica, que fue subsanada. Al menos, y a partir de ese momento, los nombres de los autores/as pertenecientes a la empresa pública aparecieron en las publicaciones que realizaban y mi jefe me embarcó en más proyectos, en más retos.

Me puso al mando de un grupo de gente para normalizar la información de especies pesqueras de Andalucía, poner en marcha una serie de publicaciones anuales de estadística pesquera y acometer la informatización de las lonjas pesqueras. Y, en medio de esa vorágIne, me propuso como Coordinadora Provincial de la empresa en la provincia de Cádiz, incluso sabiendo que en ese momento estaba embarazada. Ahí empezó mi labor directiva y mi equilibrio entre la conciliación de la vida familiar y laboral. Pero esa es otra historia…

Mucho que agradecer y pocas veces se lo dije. Los dos eramos emocionalmente parcos, pero el tiempo cambia ese tipo de actitudes… El problema es que no me dio tiempo de hacérselo saber. Con estas palabras, quiero agradecerle su labor como directivo y como persona. Gracias!

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